Nos les tenemos miedo. Se nos acercan, nos asustan, nos provocan, soportamos. No salimos volando como cualquier mosca de cuarta. Cagona, nerviosa, pesada.
Dirán que nos emborracha el olor a mierda, a caño, a meo. Pero no.
Somos eso, malditas mosquitas de baño.
viernes, 18 de junio de 2010
A ver si nos entendemos...
Señores diseñadores: no se rompan más la cabeza al pedo tratando de ponerle onda a los cepillitos de water. Son la cosa más DESAGRADABLE del mundo, punto.
(Fijo está en el top ten de las cosas que JAMÁS tendría en mi baño.)
Ah, no sé, Vika, yo mientras viví en mi casa me resistía a usarlos, pero ahora que comparto los baños con gente de otra sangre me da cosa no usarlo... ¿Vos qué proponés?
Mirá, yo antes de tocar uno de esos, prefiero tirarme de la torre de las comunicaciones para abajo. Si me llego a poder levantar, subo y me vuelvo a tirar. Claramente erradicaría no sólo los cepillos, sino a toda aquella persona derrapadora de watersclos.
Ah, no sé, Vika, yo mientras viví en mi casa me resistía a usarlos, pero ahora que comparto los baños con gente de otra sangre me da cosa no usarlo... ¿Vos qué proponés?
ResponderEliminarMirá, yo antes de tocar uno de esos, prefiero tirarme de la torre de las comunicaciones para abajo. Si me llego a poder levantar, subo y me vuelvo a tirar.
ResponderEliminarClaramente erradicaría no sólo los cepillos, sino a toda aquella persona derrapadora de watersclos.