El hormiguero
- Sabés que hoy me puse a mirar un hormiguero.
- ¿Ah sí?
- Sí. Y para mí que las montañitas de arena que ves alrededor de la entrada es lo que sacaron las hormigas cuando excavaron los túneles. ¿No te parece?
- No sé, ni idea.
- Pero pensalo, ¿no te parece?
- No sé.
- Me imagino todo el tiempo que les habrá llevado… Porque para nosotros son unas montañitas de mierda, pero para ellas… andá a saber cuántas horas habrán tardado.
- La verdad que no me importa mucho.
- Claro, porque no tuviste que cavar vos. Qué relativo es todo, ¿no?
- …
- Pensá, ¿cuántos granitos de arena compondrán esa montañita de morondanga? Además, te das cuenta que en cualquier momento la podemos pisar… Y todas esas horas di lavoro, ¡plaf! en menos de un segundo, destruído. ¿Se quejarán las hormigas?
Lo que sueñan las cotorras
- Hoy de mañana me puse a escuchar las cotorras. ¿Alguna vez escuchaste lo que dicen?
- ¿Lo que dicen?
- Sí, lo que dicen, lo que hablan.
- Lo que cotorrean, en todo caso.
- No, no. Lo que dicen, lo que hablan.
- Y qué dicen, a ver…
- Se cuentan lo que soñaron la noche anterior.
- Ah… Además de hablar, sueñan.
- Claro.
- Y qué sueñan, a ver…
- No te puedo contar.
- ¿Por qué?
- Porque los sueños son cosa íntima. ¿Te gustaría que anduvieran contando tus sueños por ahí?
- ¿Entonces para qué me hablás de las cotorras?
- Quería compartirlo con alguien.
Momentos cromáticos
- ¿Viste que hay momentos en que uno levanta la vista y todo es de un color?
- No.
- ¿Cómo no?
- No.
- Claro, por ejemplo: estás en una esquina esperando para cruzar porque el semáforo está en rojo. Y justo están pasando un auto rojo y una moto roja por abajo, y una señora de paraguas rojo también espera enfrente para cruzar y sobre su cabeza hay un cartel publicitario de fondo rojo, de tomates peritas enlatados, ponele. Eso es un momento rojo. O como cuando en un rincón de la cocina ves el detergente amarillo y al lado una esponja amarilla, y una taza amarilla en el secaplatos, y un trapo amarillo. Eso es un momento amarillo. ¿Nunca te pasó en serio?
- No.
- ¿Pero vos en qué mundo vivís?
Cuestiones de género
- El otro día conjugué un sustantivo.
- ¿Ah sí?
- Sí.
- ¿Cómo?
- ¿Cómo cómo?
- Sí, cómo.
- Conjugando.
- ¿Jugando?
- No, con.
- ¿Por ejemplo?
- Yo ejemplo, tú ejemplas, él ejempla, nosotros ejemplamos, vosotros ejempláis, ellos ejemplan.
- Ese no vale.
- ¿Por?
- Porque ejemplo tiene verbo, ejemplificar. Otro ejemplo.
- Decime vos que sabés tanto…
- Perro.
- Yo perro, tú perras, él perra, nosotros perramos, vosotros perráis, ellos perran.
- Es una pavada.
- Mesa.
- Yo meso, tú mesas, él mesa, nosotros mesamos, vosotros mesáis, ellos mesan.
- Vosotros me-sáis.
- ¿Y yo qué dije?
- Lo dijiste mal.
- Lo dije bien. Además no tiene gracia, porque sólo los conjugás como si todos los sustantivos terminaran en ar, como si todos fueran regulares: o, as, a, amos, áis, an.
- Vos porque no sabés nada. Obvio que hay sustantivos irregulares.
- ¿A ver?
- …
- ¿Ves que no hay?
- ¿No ves que estoy pensando?
- No.
- Lo que hace que un sustantivo sea regular es que la tercera persona del singular coincide con el sustantivo mismo.
- O sea que ya dijimos dos sustantivos irregulares…
- Dos no.
- ¿Cómo no? Ejemplo y perro.
- Dijiste que ejemplo no valía. En todo caso perro es regular.
- ¿Por?
- Porque la tercera persona del sustantivo perro –perra-, coincide con el sustantivo mismo, pero en su femenino.
- Eso no vale.
- Vale sí, son mis reglas de conjugación sustantival. Si querés, te podés encargar de las cuestiones de género.
No hay comentarios:
Publicar un comentario