martes, 4 de enero de 2011

De otro pozo

Doy por comenzado el verano con el primer sapo aplastado.


No sé qué es lo que les pasa a los pobres bichos, no sé por qué nunca reaccionan a tiempo cuando se les viene un auto encima. No termino de entender si son sordos, ciegos, si quedan atontados por el calor o si se inmolan encomendados por un Dios Sapo que los obliga a jugarse las tripas por alguna causa que evidentemente desconozco.

Me acuerdo de una vez en que casi no se podía ver el pedregullo; bajo nuestros pies, las calles estaban cubiertas por una alfombra de sapos disecados, chatitos como si los hubieran usado de marcalibros. Como un bintén, habría dicho mi abuela la más vieja.

Es como estar en medio de una escena bíblica, o de una película.

Insisto, no sé qué les pasa a los sapos.

2 comentarios:

  1. ¿Dónde ves sapos aplastados? ¿No será otro de tus sueños? Yo he visto pocos pero una noche escuché en susurros que algunos tipos de sapos se inmolan bajo las ruedas de los autos por la promesa de un más allá pleno de ranas vírgenes..

    ResponderEliminar
  2. Las toscas... Valizas... Creo que por ahí andan las células de combate inmolatorio

    ResponderEliminar